lunes, 10 de octubre de 2011

Escuela del rock



En todo movimiento metalero, grande o naciente, siempre se dará el mismo caso: la banda inicial que pretenderá apegarse al género de moda, el que atrae masas, el que funciona comercialmente. Bandas de tiempo limitado, programadas para la autodestrucción cuando uno o todos sus integrantes descubran que jamás inventaron la fórmula mágica dentro del rock, porque esta siempre estuvo ahí: detrás de sus ídolos pasajeros, en el fondo de aquella música “original”.

Esta desilusión les reprochará el no haber asistido a la escuela del rock, no la de Jack Black si no la que debieron tener en su proceso formativo dentro del rock y metal. Puesto que nadie incursiona en esta música vinculándose directamente a subgéneros, si no que da con la raíz, la consume, recorre sus filamentos, reconoce sus identidades, las degusta, las acepta o rechaza, las mescla...

Lo peor para un músico y oyente es desconocer el pasado del subgénero, dentro del rock o metal, que aprecie. En el pasado, en su evidencia musical, están las bases de la contemporaneidad, de lo fichado como nuevo. Por ello el remitirse constantemente a las melodías madres; saber que otros dieron el paso, y que muchos continúan sus huellas, será su reconocimiento constante y vital en su continuación.

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