miércoles, 2 de julio de 2014

De periodistas rockeros y otros innecesarios





¿Qué importancia tienen los medios de comunicación rock metaleros, en un presente plagado de “periodistas de redes sociales”?, ¿Continúa siendo necesaria la mediación: medio de comunicación – público para difundir a una banda nueva o posicionada?, ¿Cuánta apertura para cubrir un evento existe para los periodistas especializados?, ¿Se reconoce al periodismo rock metalero como una profesión?

Dos momentos me llevan a reflexionar sobre este tema: 1) el editorial del reciente número de un magazine ecuatoriano, y 2) la opinión de un periodista local especializado en el tema. Ambos coinciden en puntos preocupantes: la idea errada de creer que las redes sociales vuelven periodista a cualquier fan y la exigencia de falsos “metal star” en intentar imponer a toda costa una promoción que no se ha ganado con humildad sino con arrogancia y mentiras.

Es cierto que los medios de comunicación especializados en rock y metal, en soporte impreso, fueron en su mayoría saliendo de circulación, pero también es cierto que muchos de estos medios de comunicación migraron al soporte digital, sea desde un blog o una página web donde continuar su labor periodística. Sin embargo la irrupción de las redes sociales fueron representando un problema para quienes eran profesionales (sea por titulación o por experiencia, o ambas cosas) en esta área. Así fueron apareciendo “periodistas”, críticos y analistas, convencidos que la promoción por estos medios justificaba su labor comunicacional.

Este falso periodismo ha minimizado la profesión de comunicador, sobre todo de especialistas en rock y metal (que para ser francos solo pocos pueden ostentar tan designación, sea por sus años vinculados al movimiento nacional o porque sus reflexiones y trabajo periodístico lo amerita). Fomentando la idea errada de que un comentario posteado o un álbum con fotos desde un perfil es todo lo que se necesita.

Y mientras, se han erigido bandas “famosas” desde las redes sociales, bandas que anuncian que sus trabajos se editan fuera del país, que publican álbumes completos con fotos para reconocerlos, convenciendo (sí, esta es la palabra) a periodistas de que los promocionen mediante entrevistas o reseñas y a cambio ofrecen un material en físico que jamás envían. O cuando existe más “sabiduría” exigen a los pocos que continúan detrás de medios impresos, que ubiquen a sus bandas en las portadas, porque son reconocidos, tienen seguidores, aparecen todos los días posteados en Facebook.

En esta realidad donde las redes sociales crearon “periodistas”, donde las bandas promocionadas (desde sus mismas cuentas o la de amigos) se van creyendo su propia percepción de difusión, solo le queda al periodista comprometido con su labor silenciosa y constante, el continuar pensando, analizando y sobre todo hacer periodismo con el propósito de informar adecuadamente lo que otros no hacen. Ser el lado B de la realidad que otros no desean ver.