sábado, 20 de diciembre de 2014

Crónicas metálicas # 0





Será porque me he atiborrado de muchas historias donde los protagonistas son víctimas, donde el sistema parece ser el enemigo multiplicado en distintos rostros y acciones (todos con un propósito desfavorable para el personaje principal), donde la violencia física y verbal se encuentra en cada escena, donde lo sobrenatural parece ser la única respuesta para aplacar la maldad alrededor.

Por eso es que Crónicas metálicas # 0 (agosto 2014) comic quiteño con guión de Omar Ortiz, y arte y diseño de Mateo Ortiz y Omar Ortiz, no ha logrado una buena conexión conmigo.  
   
Él, su personaje principal, me resulta un lugar común que como otros es una víctima que anhela cambios radicales, y estos llegan a través de un acontecimiento sobrenatural. Cambio que se propone (o ese es el indicio) desestabilizar el orden social y moral mundial.

Existe una evidente referencia a la Biblia y sus Jinetes del apocalipsis, pero adaptados a cuatro iconos metaleros fallecidos: Cliff “El Hambre”, Chuck “La Muerte”, Gar “La Peste” y Ron “La Guerra”. Personajes invocados no para destruir a la humanidad, sino todo lo contrario, así lo advierte uno de ellos: “Esto no es acerca de venganza ni de odio ni de la muerte. Toleramos la humanidad, pero no creemos en su conciencia”.  

Así Crónicas metálicas es la historia de Él, que protegido por cuatro metaleros-guerreros, están listos para iniciar la batalla contra el ser maligno que utiliza a la humanidad como simples marionetas.

Como lector me hubiese encantado que la historia tuviese otro rumbo, que la violencia que se padece se mermara desde lo racional, recurriendo a estrategias más reales y menos fantasiosas. Con un protagonista asumiendo sus problemas. En definitiva un comic que refleje la vida desde sus momentos crónicos y no otro escape a la realidad.


jueves, 18 de diciembre de 2014

Blacky # 0



Un buen tiempo ha pasado desde que vi publicado (y el conseguirlo) el número especial de Rocko comic dedicada a uno de sus personajes: Blacky. Y más allá del seguimiento que vengo haciendo a esta revista, y de lo divertido que me resulta ver los retratos exagerados (pero alineados a una realidad muchas veces desesperante en el metal) de personajes muy cotidianos en nuestro medio, no me he dejado llevar únicamente por el gusto y siempre he privilegiado un análisis crítico respecto a sus contenidos.

Esta vez el protagonista ya no es Rocko, sino Blacky, el personaje oscuro, satanista, espectacular y sobre todo black metalero, con el que se habla de un movimiento. Y es que esta edición está “dedicada” al black metal, a esa percepción arcana que tienen muchos de sus integrantes.



Pero en estas páginas el lector no va a encontrar un tributo a este género metalero, puesto que mediante Blacky se lleva al límite temas enfocados en contradicciones, exageraciones, descontextualizaciones, y muchos argumentos que no cuadran del todo en la realidad y que en este comic se delatan desde el humor.  

Blacky # 0 (2012), no solo podría considerarse una ofensa al black metal (y esto quizás lo consideren quienes pretendan ser los “puristas” del género) sino que el trabajo argumentativo del guión nos acerca a un imaginario donde su protagonista vive disparatas situaciones que lo delatan en su ideología, que usurpan su intimidad para descubrirlo como un cristiano disfrazado.



Sí, se trata de un personaje sobredimensionado y estereotipado desde el black metal, pero los cuestionamientos serían ¿Cuántos blackmetaleros no proyectan una máscara de “anticristianismo” cuando son lo contrarios en la intimidad?, ¿Cuántos no terminan siendo un chiste de sus “ídolos”, cantando sobre bosques fríos, montañas heladas, nieve, y mitología desconocida?.

Considero que todos los lugares comunes en los que se desplaza Blacky, son aquellos lugares comunes reales que muchos metaleros no quieren ver (sobre todo aquellos borradores de black metaleros, no así quienes se han mantenido fiel al género y han entendido desde la madurez y sensatez su pertenencia). Todo porque en la mentira persiste la felicidad.

domingo, 10 de agosto de 2014

Un partido de Ecuador y un concierto de Liran Roll



Por Cristian López Talavera



16h00

Estamos en el bar Garage Karaoke, en la calle Alonso de Angulo, al sur de Quito. Se da inicio al partido entre Ecuador vs. Honduras (20 de junio). En la mesa, junto a las botellas de cervezas y los cigarrillos, alguien deja al descubierto la entrada al concierto de Liran Roll en Quito, a la misma hora que el partido.

Como en una suerte de azar, decidimos primero ir al partido para luego presenciar el concierto de Liran Roll. Sabíamos, de antemano, que Liran Roll tocarían a las 8 de la noche. Estábamos tranquilos. Esperábamos una victoria de Ecuador.

Sin haber sido un gran amante del rock mexicano, el ver la entrada para el concierto de los Liran Roll, el recuerdo se confundió con la historia cegada de mis últimos años de colegio.

De ese periodo de aprendizaje guardo recuerdos muy claros, estaba repitiendo el cuarto año, cuando alguien me prestó un casete del TRI. Llegué a mi casa y grabé en un casete de mi padre, de un grupo de floclore (grabación que me costó una puteada), al escuchar ese grupo mi interés por el rock mexicano se acrecentó, así llegaron a mis manos bandas como Kafra, Luzbel, Transmetal, y un grupo novedoso, tanto en sus líricas psicodélicas con un tinte romántico, unos locos llamados Liran Roll.



16h31

Gol de Honduras. Las primeras frases que se escucharon luego de un letargo fueron: “Rueda puto, no sabes dirigir”. “Arquero de la Liga debe ser”. “Guagua ya estás viejo”.




16h32

Unas cuadras más arriba del colegio donde estudiaba, en el sector de la Basílica, existía la tienda de don Napo, ahí podíamos encontrar variada música de rock. Del colegio, a la hora de salida con los amigos, subíamos a comprar los casetes, antes como ritual, nos echábamos un cigarrillo, a escondidas de nuestros padres.

Los primeros discos de Liran Roll que conseguí fueron María, donde Antonio Lira con su guitarra negra, aparecían en la portada. Ella era a blanco y negro. El costo era de 2 mil sucres con portada a color, a blanco y negro o sin portada costaba a mil 500 sucres. De ahí vinieron los casetes Recuerdos, Momentos, Va por ti.



16h34

Gol de Ecuador. Enner Valencia, con un fuerte disparo de cabeza rompía las redes del arquero hondureño. Así, seis cervezas llegaron a la mesa.



16h48

Pilas, se acaba el partido y nos vamos de una que no tenemos las entradas, se escuchó decir por parte de alguien de la mesa. Otro respondió, fresco, si la gente no ha de ir al concierto, esperemos a que bajen las entradas. Toma y no jodas.

El partido seguía desarrollándose. Atrás de nuestra mesa, los espectadores fungían de directores técnicos, cada uno hacía sus jugadas ficticias. Otros, a lado mío insultaban a Felipao, como sintiendo que él les estuviera escuchando. Adelante, una pareja se besaba, a ellos no les interesaba la consecución del partido. En nuestra mesa lo que importaba era el alcohol y los goles de la selección.



17h05

Gol de Ecuador. Enner, eres un hijo de puta, se escuchó por detrás. Teníamos un nuevo goleador Enner Valencia conseguía el segundo gol, con eso nuestra victoria en el Mundial de Brasil 2014.



18h00

El partido lo ganamos. Salimos contentos del bar, nos ligamos unos chupos a la boca. Ya reunidos todos a las afueras del bar, caminamos rumbo a Chimbacalle, lugar donde se desarrollaría el concierto de Liran Roll.

Tomamos la Avenida Atahualpa, por la Alonso de Angulo, nuestra primera parada fue una tienda, donde nos abastecimos de unas dos botellas de Norteño. Mientras íbamos al concierto, las bromas eran parte de nuestro juego ritual. Todo eso sucedía mientras nos íbamos acercando al concierto. Caminamos las rieles del tren de Quito, y llegamos al local.



19h30

Como suponíamos, poca gente a las afueras del concierto. Esperamos a que bajasen las entradas, nosotros podíamos pagar 10 dólares. Pasamos 30 minutos e ingresamos.

Cuando ingresamos nos equivocamos, el local estaba casi completo. Al inicio, Sueño Eterno, banda legendaria en la escena metalera de Quito, ellos llegaron al escenario con una gran noticia, Salomón Jiménez, ex Sparta y ex XXX, estaba en la vocalización. Canciones como La fuerza del metal, fueron coreados por los asistentes. Además, estuvieron interpretando algo de lo que será su nueva producción discográfica. A continuación, la banda en presentarse fue XXX, con covers de Rata Blanca hicieron que los asistentes cabecearan y corearan cada una de las canciones, pero no podían faltar las míticas Dama de la oscuridad, o el gran Poder del metal. Para cerrar con la escena metalera, se presentó la banda Medieval, de Quito. Una gran energía de estos músicos. Además que sus canciones la interpretaron junto a los asistentes en el escenario, que de a poco se subían al escenario y así dar un ambiente familiar al concierto.



20h00

Había podido ingresar al camerino y estaba pegándome unas chelas con los Sueño Eterno. Conversamos sobre su historia en el Heavy Metal nacional, su aguante, a pesar de las adversidades. Los años de perversidad que era la escena metalera, años atrás. Se terminó la jaba de chelas que se pusieron los Sueño Eterno, al salir a comprar la otra jaba, se escuchó un intro de dos minutos. A eso, Antonio Lira hacía eco de Recuerdos, la canción inicial…

“Me encuentro tan solo/ mirando tu fotografía/ y yo me pregunto que cuál fue el motivo/ de tu partida/ dónde quedaron tus promesas”

La gente coreaba. Liran Roll se encontraba en la ciudad de Quito, luego de dos visitas que realizó a Ambato, la gente metalera de Quito estábamos disfrutando de la música de estos mexicanos, que desde 1991, vienen unificando al blues y al rock and roll y demostrando la grandeza del metal latinoamericano.

En la previa al concierto, se lanzó un video promocionando el evento, ahí, una voz de mujer decía: “Siente el silencio y cierra los ojos/ encontrarás en tu reflejo el enorme potencial del universo”, y cómo no íbamos a terminar alucinados, si en ese Barco Azul estaba la historia y nosotros éramos parte de ello.

Canciones como Dulce Ivonne, Recuerdos, Adiós Amigo, Barco Azul, Flaca, California, cuarto para las 2, Perdedor, sonaron en esa noche. Pero una de las canciones más coreadas fue María, aquella imagen donde muchos de nosotros “desperdiciamos nuestras media vida entre la sobredosis y el alcohol, entre las drogas, el sexo, y el rock and roll”.

Cabe recalcar que la gente se comportó muy bien en el escenario. Disfrutó bastante, entre cervezas y los ya más de 20 años de esta banda mexicana.

Ya entrada la medianoche la “raza” de los Liran Roll se habían ganado la energía del público quiteño, entre las canciones más coreadas estuvo Dulce Ivonne: “Tú luces hermosa si durmiendo estás/ dulce pequeña ángel de amor./ Tu risa contrasta con el cielo azul/ y con el rayo del amanecer del sol…”



23:30

El concierto llega a su final. Hay tiempo para las fotografías. La gente se sube al escenario, otros corren a los camerinos, todos quieren tener parte de esta historia “guajira” de los Liran Roll.

Salimos del concierto. A las afueras, los cigarrillos y el buen Norteño fueron parte de otra historia en este sur, tan amado, de Quito.