Cuando a mediados de los noventa vi a Ace Ventura (Jim Carrey) entrando a un bar y abriéndose paso en medio de un mosh provocado por el brutal death metal de Cannibal Corpse, no puse atención a los acontecimientos que se habían gestado en su mismo año de estreno. 1994 no era un año común, se había legado dos películas que marcarían a los rockeros: El Cuervo con su siniestra y gótica visión de venganza y muerte; y, Cabezas huecas, una sátira llena de clichés donde los rockeros eran parte del juego. Pero además era encontrado el cadáver de Kurt Cobain, líder de los Nirvana e icono de toda una generación. 1994 no sería un año común.
El Cuervo y su legado gótico
El rock ha sido siempre interesante a los ojos del cine, así se han realizado películas que nos hablan de los últimos momentos de estrellas fugaces y de las perdurables, de los momentos más críticos y sublimes de su creación, de su legado, de sus amores, de sus vicios, de sus afrentas a la vida. Sus retratos, a veces exagerados e increíbles, nos han acompañado, divertido y también dejado mensajes espeluznantes que nos da miedo reconocer: todo artista (y banda) es pasajero, pero todo arte bien logrado perdura.
En este exitoso panorama, y con muchos antecedentes de otros filmes relacionados al rock, aparece El Cuervo (de Alex Proyas) un film que marcaría a una generación interesada en el tema gótico, en la oscuridad como fuerza motora de vida, en la venganza como acción reconfortante y aliviadora, en la tortura como elemento autocomplaciente, en el amor como esa esencia sin trastocar desde la ultratumba.
Bandas como The Cure, Pantera, Stone Temple Pilots, Nine Inch Nine, entre otras, conformaron la banda sonora. El rock se imponía nuevamente, dejando a toda una juventud un afecto de solidaridad e ira por Eric Draven (Brandon Lee) el músico y amante que pugna venganza a toda costa, que se desplaza entre las sombras; el hombre cuervo, el fantasma odiante que implora la sangre de sus asesinos y de su amor. Ya lo dice acertadamente la banda The 69 eyes en el tema Brandon Lee:
¿Qué puede haber
más allá de los ojos de Brandon Lee?
Puede haber
un ángel vengador dispuesto a desangrarse
quiso la verdad, quiso la fe
más que nada en este mundo
pero hemos condenado cuerpo y alma al aislamiento
nunca me rendiré.
Un epitafio agarrado a una poesía sombría. El Cuervo continúa presente en el imaginario de los rockeros góticos actuales.
Cabezas huecas ¿el rock una comedia?
Ese mismo año aparecía la otra cara de la moneda, los rockeros retratos desde una disparatada ficción donde un trío intenta imponer a la fuerza su música, exponiendo a la burla colectiva sus más íntimos secretos (¿quién dijo que todo rockero antes de serlo no fue un muchacho sin rumbo aferrándose a lo que tuviera a su alcance?). Cabezas huecas (de Michael Lehmann) es una comedia que ridiculiza a los músicos rockeros en su creatividad, en su inestabilidad emocional, en su mediocridad más evidente, pero también se trata de una película que nos enseña que tras toda polémica siempre habrá ídolos mundanos y pasajeros a los que seguir.
Bandas como Anthrax, The Ramones, White Zombie, Candlebox, entre otras le dieron un toque más desenfrenado a la película. Un mosh general circundaba los exteriores de la radio “secuestrada”, mientras en su interior se iban desarrollando las historias más desesperantes: el descubrimiento de que la radio rockera se convertiría en una radio “suave”, que los verdaderos rockeros son implacables ante la falsedad y vanaglorian su valentía (tal vez el espíritu de Homero ya rondaba con su lema: “yo soy rockero, no le tengo miedo a la muerte”) y que los más introvertidos son los ganadores en los momentos críticos (un jovencísimo Adam Sandler nos enojaba en su papel de Pip).
La invocación de Kurt
El cuerpo de Kurt Cobain, guitarrista y vocalista de los Nirvana, icono del grunge, fue encontrado con un disparo de escopeta en la cabeza. Suicidio, asesinato, desde 1994 las versiones fueron creando mitos, pero la conmoción y pérdida continuaron igual. No fue hasta el 2005 que el director Gus Van Sant se atrevió a realizar Last days, un film que no intenta ser una biografía de la vida y últimos días de Cobain, sino que acerca a su personaje a una existencia propia y decadente influenciada por el Kurt más sicótico y deprimente que se conoció.
1994, un año no tan común
Es novelería, un simple acto de novelería cada imitación sin vergüenza tras un film, pero hay que ser realistas: vivimos en un país y un medio novelero, donde predomina lo coyuntural, donde el vacío se ha posicionado y pugna no bajar su guardia.
También es verdad, un novelero es pasajero, uno o dos años es su tiempo de vida, luego muta a la novedad del momento. Por ello ver a los herederos de El Cuervo desplazándose en las noches, abrigados en gabardinas oscuras, maquillados, lívidos ante el estupor y repugnancia de su realidad colorida, no es vano; es verdad: continuarán las bandas Cabezas huecas acechando la primera oportunidad para imponerse a fuerza y no talento. Que alguien reviente una nueva cabeza creativa.
Texto publicado originalmente en la revista de cine Fotograma # 6, septiembre de 2011.
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