¿Qué
importancia tienen los medios de comunicación rock metaleros, en un presente
plagado de “periodistas de redes sociales”?, ¿Continúa siendo necesaria la
mediación: medio de comunicación – público para difundir a una banda nueva o
posicionada?, ¿Cuánta apertura para cubrir un evento existe para los periodistas
especializados?, ¿Se reconoce al periodismo rock metalero como una profesión?
Dos
momentos me llevan a reflexionar sobre este tema: 1) el editorial del reciente
número de un magazine ecuatoriano, y 2) la opinión de un periodista local especializado
en el tema. Ambos coinciden en puntos preocupantes: la idea errada de creer que
las redes sociales vuelven periodista a cualquier fan y la exigencia de falsos “metal
star” en intentar imponer a toda costa una promoción que no se ha ganado con
humildad sino con arrogancia y mentiras.
Es
cierto que los medios de comunicación especializados en rock y metal, en
soporte impreso, fueron en su mayoría saliendo de circulación, pero también es
cierto que muchos de estos medios de comunicación migraron al soporte digital,
sea desde un blog o una página web donde continuar su labor periodística. Sin embargo
la irrupción de las redes sociales fueron representando un problema para
quienes eran profesionales (sea por titulación o por experiencia, o ambas
cosas) en esta área. Así fueron apareciendo “periodistas”, críticos y analistas,
convencidos que la promoción por estos medios justificaba su labor
comunicacional.
Este
falso periodismo ha minimizado la profesión de comunicador, sobre todo de
especialistas en rock y metal (que para ser francos solo pocos pueden ostentar
tan designación, sea por sus años vinculados al movimiento nacional o porque
sus reflexiones y trabajo periodístico lo amerita). Fomentando la idea errada
de que un comentario posteado o un álbum con fotos desde un perfil es todo lo
que se necesita.
Y
mientras, se han erigido bandas “famosas” desde las redes sociales, bandas que anuncian
que sus trabajos se editan fuera del país, que publican álbumes completos con
fotos para reconocerlos, convenciendo (sí, esta es la palabra) a periodistas de
que los promocionen mediante entrevistas o reseñas y a cambio ofrecen un
material en físico que jamás envían. O cuando existe más “sabiduría” exigen a
los pocos que continúan detrás de medios impresos, que ubiquen a sus bandas en
las portadas, porque son reconocidos, tienen seguidores, aparecen todos los
días posteados en Facebook.
En
esta realidad donde las redes sociales crearon “periodistas”, donde las bandas
promocionadas (desde sus mismas cuentas o la de amigos) se van creyendo su
propia percepción de difusión, solo le queda al periodista comprometido con su
labor silenciosa y constante, el continuar pensando, analizando y sobre todo
hacer periodismo con el propósito de informar adecuadamente lo que otros no hacen.
Ser el lado B de la realidad que otros no desean ver.