Será
porque me he atiborrado de muchas historias donde los protagonistas son
víctimas, donde el sistema parece ser el enemigo multiplicado en distintos
rostros y acciones (todos con un propósito desfavorable para el personaje
principal), donde la violencia física y verbal se encuentra en cada escena, donde
lo sobrenatural parece ser la única respuesta para aplacar la maldad alrededor.
Por
eso es que Crónicas metálicas# 0 (agosto 2014) comic quiteño con
guión de Omar Ortiz, y arte y diseño de Mateo Ortiz y Omar Ortiz, no ha logrado
una buena conexión conmigo.
Él,
su personaje principal, me resulta un lugar común que como otros es una víctima
que anhela cambios radicales, y estos llegan a través de un acontecimiento
sobrenatural. Cambio que se propone (o ese es el indicio) desestabilizar el
orden social y moral mundial.
Existe
una evidente referencia a la Biblia y sus Jinetes del apocalipsis, pero
adaptados a cuatro iconos metaleros fallecidos: Cliff “El Hambre”, Chuck “La
Muerte”, Gar “La Peste” y Ron “La Guerra”. Personajes invocados no para
destruir a la humanidad, sino todo lo contrario, así lo advierte uno de ellos: “Esto
no es acerca de venganza ni de odio ni de la muerte. Toleramos la humanidad,
pero no creemos en su conciencia”.
Así
Crónicas metálicas es la historia de Él, que protegido por cuatro metaleros-guerreros,
están listos para iniciar la batalla contra el ser maligno que utiliza a la
humanidad como simples marionetas.
Como
lector me hubiese encantado que la historia tuviese otro rumbo, que la
violencia que se padece se mermara desde lo racional, recurriendo a estrategias
más reales y menos fantasiosas. Con un protagonista asumiendo sus problemas. En
definitiva un comic que refleje la vida desde sus momentos crónicos y no otro
escape a la realidad.
Un
buen tiempo ha pasado desde que vi publicado (y el conseguirlo) el número
especial de Rocko comic dedicada a uno de sus personajes: Blacky. Y más allá
del seguimiento que vengo haciendo a esta revista, y de lo divertido que me
resulta ver los retratos exagerados (pero alineados a una realidad muchas veces
desesperante en el metal) de personajes muy cotidianos en nuestro medio, no me
he dejado llevar únicamente por el gusto y siempre he privilegiado un análisis
crítico respecto a sus contenidos.
Esta
vez el protagonista ya no es Rocko, sino Blacky, el personaje oscuro,
satanista, espectacular y sobre todo black metalero, con el que se habla de un
movimiento. Y es que esta edición está “dedicada” al black metal, a esa percepción
arcana que tienen muchos de sus integrantes.
Pero
en estas páginas el lector no va a encontrar un tributo a este género metalero,
puesto que mediante Blacky se lleva al límite temas enfocados en
contradicciones, exageraciones, descontextualizaciones, y muchos argumentos que
no cuadran del todo en la realidad y que en este comic se delatan desde el
humor.
Blacky
# 0 (2012), no solo podría considerarse una ofensa al black metal (y esto
quizás lo consideren quienes pretendan ser los “puristas” del género) sino que el
trabajo argumentativo del guión nos acerca a un imaginario donde su
protagonista vive disparatas situaciones que lo delatan en su ideología, que
usurpan su intimidad para descubrirlo como un cristiano disfrazado.
Sí,
se trata de un personaje sobredimensionado y estereotipado desde el black
metal, pero los cuestionamientos serían ¿Cuántos blackmetaleros no proyectan
una máscara de “anticristianismo” cuando son lo contrarios en la intimidad?, ¿Cuántos
no terminan siendo un chiste de sus “ídolos”, cantando sobre bosques fríos,
montañas heladas, nieve, y mitología desconocida?.
Considero
que todos los lugares comunes en los que se desplaza Blacky, son aquellos
lugares comunes reales que muchos metaleros no quieren ver (sobre todo aquellos
borradores de black metaleros, no así quienes se han mantenido fiel al género y
han entendido desde la madurez y sensatez su pertenencia). Todo porque en la
mentira persiste la felicidad.
Estamos en el
bar Garage Karaoke, en la calle Alonso de Angulo, al sur de Quito. Se da inicio
al partido entre Ecuador vs. Honduras (20 de junio). En la mesa, junto a las
botellas de cervezas y los cigarrillos, alguien deja al descubierto la entrada
al concierto de Liran Roll en Quito, a la misma hora que el partido.
Como en una
suerte de azar, decidimos primero ir al partido para luego presenciar el
concierto de Liran Roll. Sabíamos, de antemano, que Liran Roll tocarían a las 8
de la noche. Estábamos tranquilos. Esperábamos una victoria de Ecuador.
Sin haber sido
un gran amante del rock mexicano, el ver la entrada para el concierto de los
Liran Roll, el recuerdo se confundió con la historia cegada de mis últimos años
de colegio.
De ese periodo
de aprendizaje guardo recuerdos muy claros, estaba repitiendo el cuarto año,
cuando alguien me prestó un casete del TRI. Llegué a mi casa y grabé en un
casete de mi padre, de un grupo de floclore (grabación que me costó una
puteada), al escuchar ese grupo mi interés por el rock mexicano se acrecentó,
así llegaron a mis manos bandas como Kafra, Luzbel, Transmetal, y un grupo
novedoso, tanto en sus líricas psicodélicas con un tinte romántico, unos locos
llamados Liran Roll.
16h31
Gol de Honduras.
Las primeras frases que se escucharon luego de un letargo fueron: “Rueda puto,
no sabes dirigir”. “Arquero de la Liga debe ser”. “Guagua ya estás viejo”.
16h32
Unas cuadras más
arriba del colegio donde estudiaba, en el sector de la Basílica, existía la
tienda de don Napo, ahí podíamos encontrar variada música de rock. Del colegio,
a la hora de salida con los amigos, subíamos a comprar los casetes, antes como
ritual, nos echábamos un cigarrillo, a escondidas de nuestros padres.
Los primeros
discos de Liran Roll que conseguí fueron María,
donde Antonio Lira con su guitarra negra, aparecían en la portada. Ella era a
blanco y negro. El costo era de 2 mil sucres con portada a color, a blanco y
negro o sin portada costaba a mil 500 sucres. De ahí vinieron los casetes Recuerdos, Momentos,Va por ti.
16h34
Gol de Ecuador.
Enner Valencia, con un fuerte disparo de cabeza rompía las redes del arquero
hondureño. Así, seis cervezas llegaron a la mesa.
16h48
Pilas, se acaba
el partido y nos vamos de una que no tenemos las entradas, se escuchó decir por
parte de alguien de la mesa. Otro respondió, fresco, si la gente no ha de ir al
concierto, esperemos a que bajen las entradas. Toma y no jodas.
El partido
seguía desarrollándose. Atrás de nuestra mesa, los espectadores fungían de
directores técnicos, cada uno hacía sus jugadas ficticias. Otros, a lado mío
insultaban a Felipao, como sintiendo que él les estuviera escuchando. Adelante,
una pareja se besaba, a ellos no les interesaba la consecución del partido. En
nuestra mesa lo que importaba era el alcohol y los goles de la selección.
17h05
Gol de Ecuador.
Enner, eres un hijo de puta, se escuchó por detrás. Teníamos un nuevo goleador
Enner Valencia conseguía el segundo gol, con eso nuestra victoria en el Mundial
de Brasil 2014.
18h00
El partido lo
ganamos. Salimos contentos del bar, nos ligamos unos chupos a la boca. Ya
reunidos todos a las afueras del bar, caminamos rumbo a Chimbacalle, lugar donde
se desarrollaría el concierto de Liran Roll.
Tomamos la
Avenida Atahualpa, por la Alonso de Angulo, nuestra primera parada fue una
tienda, donde nos abastecimos de unas dos botellas de Norteño. Mientras íbamos
al concierto, las bromas eran parte de nuestro juego ritual. Todo eso sucedía
mientras nos íbamos acercando al concierto. Caminamos las rieles del tren de
Quito, y llegamos al local.
19h30
Como suponíamos,
poca gente a las afueras del concierto. Esperamos a que bajasen las entradas,
nosotros podíamos pagar 10 dólares. Pasamos 30 minutos e ingresamos.
Cuando
ingresamos nos equivocamos, el local estaba casi completo. Al inicio, Sueño
Eterno, banda legendaria en la escena metalera de Quito, ellos llegaron al
escenario con una gran noticia, Salomón Jiménez, ex Sparta y ex XXX, estaba en
la vocalización. Canciones como La fuerza
del metal, fueron coreados por los asistentes. Además, estuvieron
interpretando algo de lo que será su nueva producción discográfica. A
continuación, la banda en presentarse fue XXX, con covers de Rata Blanca hicieron
que los asistentes cabecearan y corearan cada una de las canciones, pero no
podían faltar las míticas Dama de la
oscuridad, o el gran Poder del metal.
Para cerrar con la escena metalera, se presentó la banda Medieval, de Quito.
Una gran energía de estos músicos. Además que sus canciones la interpretaron
junto a los asistentes en el escenario, que de a poco se subían al escenario y
así dar un ambiente familiar al concierto.
20h00
Había podido
ingresar al camerino y estaba pegándome unas chelas con los Sueño Eterno.
Conversamos sobre su historia en el Heavy Metal nacional, su aguante, a pesar
de las adversidades. Los años de perversidad que era la escena metalera, años
atrás. Se terminó la jaba de chelas que se pusieron los Sueño Eterno, al salir
a comprar la otra jaba, se escuchó un intro de dos minutos. A eso, Antonio Lira
hacía eco de Recuerdos, la canción
inicial…
“Me
encuentro tan solo/ mirando tu fotografía/ y yo me pregunto que cuál fue el
motivo/ de tu partida/ dónde quedaron tus promesas”
La gente
coreaba. Liran Roll se encontraba en la ciudad de Quito, luego de dos visitas
que realizó a Ambato, la gente metalera de Quito estábamos disfrutando de la
música de estos mexicanos, que desde 1991, vienen unificando al blues y al rock
and roll y demostrando la grandeza del metal latinoamericano.
En la previa al
concierto, se lanzó un video promocionando el evento, ahí, una voz de mujer
decía: “Siente el silencio y cierra los ojos/ encontrarás en tu reflejo el
enorme potencial del universo”, y cómo no íbamos a terminar alucinados, si en
ese Barco Azul estaba la historia y nosotros éramos parte de ello.
Canciones como Dulce Ivonne, Recuerdos, Adiós Amigo, Barco
Azul, Flaca, California, cuarto para las 2, Perdedor, sonaron en esa noche.
Pero una de las canciones más coreadas fue María,
aquella imagen donde muchos de nosotros “desperdiciamos nuestras media vida
entre la sobredosis y el alcohol, entre las drogas, el sexo, y el rock and
roll”.
Cabe recalcar
que la gente se comportó muy bien en el escenario. Disfrutó bastante, entre
cervezas y los ya más de 20 años de esta banda mexicana.
Ya entrada la
medianoche la “raza” de los Liran Roll se habían ganado la energía del público
quiteño, entre las canciones más coreadas estuvo Dulce Ivonne: “Tú luces hermosa si durmiendo estás/ dulce pequeña
ángel de amor./ Tu risa contrasta con el cielo azul/ y con el rayo del amanecer
del sol…”
23:30
El concierto
llega a su final. Hay tiempo para las fotografías. La gente se sube al
escenario, otros corren a los camerinos, todos quieren tener parte de esta
historia “guajira” de los Liran Roll.
Salimos del
concierto. A las afueras, los cigarrillos y el buen Norteño fueron parte de
otra historia en este sur, tan amado, de Quito.