Un
buen tiempo ha pasado desde que vi publicado (y el conseguirlo) el número
especial de Rocko comic dedicada a uno de sus personajes: Blacky. Y más allá
del seguimiento que vengo haciendo a esta revista, y de lo divertido que me
resulta ver los retratos exagerados (pero alineados a una realidad muchas veces
desesperante en el metal) de personajes muy cotidianos en nuestro medio, no me
he dejado llevar únicamente por el gusto y siempre he privilegiado un análisis
crítico respecto a sus contenidos.
Esta
vez el protagonista ya no es Rocko, sino Blacky, el personaje oscuro,
satanista, espectacular y sobre todo black metalero, con el que se habla de un
movimiento. Y es que esta edición está “dedicada” al black metal, a esa percepción
arcana que tienen muchos de sus integrantes.
Pero
en estas páginas el lector no va a encontrar un tributo a este género metalero,
puesto que mediante Blacky se lleva al límite temas enfocados en
contradicciones, exageraciones, descontextualizaciones, y muchos argumentos que
no cuadran del todo en la realidad y que en este comic se delatan desde el
humor.
Blacky
# 0 (2012), no solo podría considerarse una ofensa al black metal (y esto
quizás lo consideren quienes pretendan ser los “puristas” del género) sino que el
trabajo argumentativo del guión nos acerca a un imaginario donde su
protagonista vive disparatas situaciones que lo delatan en su ideología, que
usurpan su intimidad para descubrirlo como un cristiano disfrazado.
Sí,
se trata de un personaje sobredimensionado y estereotipado desde el black
metal, pero los cuestionamientos serían ¿Cuántos blackmetaleros no proyectan
una máscara de “anticristianismo” cuando son lo contrarios en la intimidad?, ¿Cuántos
no terminan siendo un chiste de sus “ídolos”, cantando sobre bosques fríos,
montañas heladas, nieve, y mitología desconocida?.
Considero
que todos los lugares comunes en los que se desplaza Blacky, son aquellos
lugares comunes reales que muchos metaleros no quieren ver (sobre todo aquellos
borradores de black metaleros, no así quienes se han mantenido fiel al género y
han entendido desde la madurez y sensatez su pertenencia). Todo porque en la
mentira persiste la felicidad.
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