Cristian López T. junto a la banda Reencarnación. |
Por: Cristian
López Talavera
Cuando tenía 14 años tuve una actitud
vergonzante, la cual marcó mi vida de adolescencia. Cursaba el tercer curso de
Bachillerato, de mi mochila extraje un walkman y un casete de la banda española
Leño, una voz al frente mío “has escuchado Rosa Negra”, regresé a ver y era un
compañero de curso, Andrés Guerra, años después se suicidó, a lo que respondí
que no, me miró y me dijo “no has escuchado nada”. En ese momento no supe qué
responder. Leño era una banda que encontré stalkeando entre diversas bandas de
metal, alguien me había contado de ese buen heavy metal. Andrés sacó de su
bolsillo y me dijo cambiemos, me dio un casete de Rosa Negra.
En la tarde llegué a la casa, saludé a mi madre, no almorcé, sino que fui directo al equipo de sonido y puse el casete que no había escuchado en el colegio. “Con su veneno te pueden enganchar/ consumen tus huesos/ los tenemos que exterminar”, la primera rola Parásitos tenía todo lo que requería el rock and roll de la época: rebeldía y libertad como ese camino a accionar colectivamente una poesía vivencial, y esto determinaba cuando escuché Condenado a vivir. En Ecuador, la convulsión política desbordaba la ira de los jóvenes, que en medio de su irreverencia accedíamos al rock como una forma de enfrentar a la realidad, y el disco de Rosa Negra era esa furia en estado salvaje expresada en una violencia simbólica que representaba a una generación inconforme. Fuimos esa generación vergonzante que expresamos la protesta no por las armas, sino por el arte, no por la destrucción ciega y sistemática, sino por la creación lúcida, la música. En el Beso de Judas expresa “mi mano está aquí/ falta tu voluntad”.
Rosa Negra confirmaba lo que siempre he creído que el rock es una casa en donde se refugia lo arbitrario, lo irracional, los rebeldes sin causa, más allá de ese entretenimiento hay una estética de rebeldía, esas experiencias subjetivas sutiles, pero que enfrentan a un sistema que intenta normalizar al sujeto.
Público quiteño asistentes en el concierto. |
Después de ese Rosa Negra apareció el Beso de Judas, el gran Napo (personaje histórico en el rock de la capital) fue quien comenzó a desempolvar ese gran metal español de los 70-80. Don Napo tenía una pequeña tienda de casetes y acetatos en el centro de la ciudad, lugar donde los roqueros capitalinos y de otras regiones del país se dirigían a adquirir material rocanrolero, fue ahí donde pude obtener discos de Santa, Obus, Marea, Barón Rojo, y los grandes Rosa Negra.
La llegada de Tony a Ecuador
En el mes de enero se anunció, por medio de redes sociales, una gira de la banda argentina RetroSatan, era la felicidad, días después se anunciaba la llegada a Guayaquil de la banda española Rosa Negra. La noticia alegró a muchos roqueros quiteños, algunos llevaban 40 años esperando ver a esta banda su música en directo, otros los de mi leva, unos 25. Tener de cerca a Tony León se convertía en el sueño hecho realidad. Muchos dudábamos de la llegada, por lo que no nos apresuramos a comprar la entrada (pre-venta), debido al toque de queda impuesto por el gobierno ecuatoriano, y también porque no se anunciaba el concierto de RetroSatan, surgieron las dudas hasta la llegada del gran Tony al aeropuerto de Guayaquil. El sueño se estaba haciendo realidad.
Orion. |
El
día del concierto
El lugar del concierto era el Bar
Restaurante Nicotina, en un lugar turístico de la ciudad, el barrio Las Peñas.
El concierto estaba anunciado a las 19:30, debido al toque de queda por lo que
el concierto debía empezar puntual. La banda Orion dio inició al show, con una
potente descarga de heavy metal, dando aviso a una tremenda fiesta metalera que
se avecinaba. La segunda banda en subir al escenario fue Carbino, temas como
Abismo o Transición demostraron que en Ecuador se están gestando bandas con
gran nivel técnico. Unas 300 personas ya estaban en el local.
Parafraseando a Henry Miller diría La esperanza que todos tenemos (de asistir a un concierto) es encontrar un hombre que coincide con nuestro modo de ser, así que pude saludar con varios amigos. Antes de ingresar al concierto, conversamos de mucho Heavy Metal, de los conciertos idos y recordados, había mucha emoción en los asistentes de poder ver a Rosa Negra.
Carbino. |
Con toda esa catarsis, cerca de las 8:30,
Tony León subía al escenario. No había llegado la banda completa, pero eso no
importó a los asistentes, sabíamos que estábamos frente a una leyenda del buen
Heavy Metal español. Junto a Tony, los músicos que le acompañaron en esta noche
fueron Daniel Rodríguez, en la guitarra; Henry del Valle, en la batería; Andrea
Octavia, en los coros; Steven Moran, en los teclados; y, Carlos Chávez, en el
bajo. Gran alineación, que hicieron al público disfrutar de uno de los shows
que quedará en la memoria en la historia del rock ecuatoriano.
El show se dividió en dos partes. Los inolvidables 1984, en que salía a la luz Noche de Esclavos, bajo las luces, la guitarra de Daniel Rodríguez se compactaba con la magnífica voz de Tony, y comenzamos a corear “Atención, es de noche en la ciudad/ hay miradas de intención/ una emoción/ se abren las puertas que ya empezó…”, todo era un juego, los asistentes comenzaron a saltar. Todo ese juego (la metáfora del sonido del Heavy Metal) se estaba escribiendo en la historia del rock en el Ecuador. Un poco de coordinación entre los músicos hasta que Tony dio el visto bueno y la batería de Henry del valle anunciaba la rolota Volcán, la gente se agolpaba al escenario con los puños en alto coreando “no tengo miedo a nada/ lucharé”, como diría Rosa Negra, Ecuador estaba pisando fuego/estábamos pisando el infierno, Ecuador estaba quemándose en el infierno del rocanrol. Tony tomaba el micrófono para decir que le gustaba la ciudad de Guayaquil y se lamentaba que tuvieran que pasar 40 años para poder compartir un concierto así. “Gracias a ustedes por ser roqueros, y porque esta noche sois Rosa Negra”, y daba inicio a No me llames señor, la noche entraba en un cúmulo de emociones porque sonaba una de las rolas insignes de la banda Paranoicos “quién nos mira/ paranoicos no hay salida/ asustados/ paranoicos señalados…perturbados/ paranoicos olvidados”. Para este momento el bajo de Carlos Chávez estaba confundido con la gente, mientras la voz de Tony compartía con los asistentes en los coros. Así, la noche contagiaba de alegría al bar Nicotina con grandes rolas como El hombre bala, Es falso, aquí no podría faltar el “ole ole ole Rosa Negra” entre aplausos y cerveza. La primera parte terminó con la rolota Traficantes de rock que es una tremenda crítica a quienes comercian con la música rock, a ese imperio de la música.
Tony, vocalista y líder de Rosa Negra. |
Recién habían pasado unos 40 minutos, la
energía empezaba, todos eran unos adolescentes, recordábamos la época del
colegio, de los tapes y acetatos, de los casetes de Betamax o del VHS, que eran
parte de nuestra colección.
La segunda parte empezó con La Rosa, A la caza del Zorro. La adrenalina retornó cuando sonó Vuelo sin motor, esa rolísima de 1985. “Levanta el polvo de las nubes con sus manos/ solo el silencio se convierte en un abrazo…/ Vuela en caída en libre…/ no hay espacio límite”, los coros y la dulce voz de Andrea Octavia daban color al concierto. El ojo del huracán era Guayaquil. No podían faltar las baladas, algo que representó en demasía a las bandas de los años 70-80 en España, de las más importantes Rojo Cielo Atardecer, Tony dedicó a las mujeres roqueras guayaquileñas “Rojo cielo de atardecer/ un grito al aire/ no puedo respirar…/ hay fuego en mi garganta/ he tocado fondo esta vez/ no consigo olvidarla…”. La noche en Guayaquil estaba en el infierno Rosa Negra. “Rojo cielo es un infierno de mujer”.
El pedazo de joya que es Espejo del agujero “Madre…/ hoy me rechazas por ser lo que soy/… no viviré/ siento miedo, Madre/…sólo camino a seguir/ sólo pisando basura/ sólo negro porvenir/ sólo burlando a la muerte…”. A este tema siguieron Kamikazes, y el símbolo de Rosa Negra El beso de Judas, nombre que lleva uno de los grandes discos del rock español. “Como he de prevenir/ lo que no puedo evitar/ cuántos inocentes van/ si no sabes salir/ y hay oportunidad/ mi mano está aquí, falta tu voluntad”. La noche estaba siendo la perfecta en nuestras vidas. La memoria y el rock unidos en un sonido, en un concierto.
Tony. |
La noche de Rosa Negra llegaba a su fin
con A bordo de la ruina, y sí:
“Heavy o rock and roll
Sonido atronador, es total
Luces de neón, pierdo el corazón
Sudando,
descargando…
Voy
a volar, es mi noche azul
Voy a gritar donde haya luz”
Memoria
y puñal desgarrada en el pasado rojo atardecer
El domingo. El retorno hacia la realidad.
En el viaje a Quito recordaba una frase de Emily Dickinson, en donde las dichas
y las tristezas forman una arquitectura en nuestras vidas. El eterno retorno
siempre desentraña fragmentos de nuestras vidas “Cada instante de dicha/ se
paga con dolor/ en proporción intensa y temblorosa/ con la felicidad”. Aquel 09
de marzo de 2024 fui feliz. Ya lo otro que quede en el poema del diablo. Hasta
otro próximo concierto.
DATOS
DEL CONCIERTO:
Organizador:
ROCKQUIL
Tony León (Vocalista, Rosa Negra)
Daniel Rodríguez (Guitarra)
Henry del Valle (Baterista)
Andrea Octavia (Coros)
Steven Moran (Teclado)
Carlos Chávez (Bajo)
Lugar: Bar Restaurante Nicotine.
Fecha: 09 de marzo de 2024.