Valorar un medio underground impreso, para quienes decidimos continuar apreciando estos medios en extinción, resulta todo un ritual: romper la funda que lo protege, revisar los anexos, y ojear lentamente cada página y los contenidos. Luego vendrá la lectura y los subrayados, que destacarán frases, ideas, prejuicios; mejores y peores momentos según el juicio del lector.
Hell Injection persiste en su tarea de informar. Agrupando, interrogando y exponiendo el criterio de bandas ecuatorianas y extranjeras. Evidenciando la cultura metalera desde sus distintos protagonistas. Ofreciéndole al lector-metalero un producto de colección, no solo por tratarse de un medio con tiraje reducido, sino por lo que transmite: la vigencia hacia un culto: la música.
Este número resalta con las entrevistas realizadas a Morbid Macabre y King Heavy. Además del relato Ashkin de Gerardo Bloomerfield. La revista incluye también otras entrevistas a: Nocturn, Koroidea, Cacasonica, Anastros, Gale y otros segmentos.
Sin embargo, este número me ha dejado varias interrogantes: ¿cuán importante es que un medio se mantenga en el underground? ¿qué se entiende por underground? ¿cuán compatible son underground y calidad? ¿es obligado publicar una entrevista tal y como se formula? ¿qué rol debe cumplir un editor?
No se trata únicamente de legar al lector-metalero un medio de colección, se trata de ofrecer un producto de calidad (hasta con los medios básicos que se disponga). Se trata de ejercer el papel de editor, editando. Haciendo que una entrevista posea ritmo e interés.
Hell Injection es un medio que persiste, que proyecta el compromiso de su director-editor, pero que también adolece de un mayor trabajo previa publicación. Ser solo un fan, no debería ser una excusa para un fanzine.
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