Por Cristian
López Talavera
Cerca de las
tres de la tarde recibo una llamada de mi amigo Edgar para “hecharnos” unas
bielitas en alguna cantina de la capital. Estoy sin dinero y con ganas de salir
de mi casa. Quedamos en encontrarnos dentro de dos horas, 10 minutos después
miro en el Facebook una foto de un amigo con Óscar, el vocalista de Lujuria,
inmediatamente recordé que era 21 de septiembre, día del concierto de los
españoles en la capital, le digo a Edgar que mejor nos encontremos en el sector
del Labrador para ir al concierto, tomar las cervezas y disfrutar de un buen
concierto de heavy metal.
Pedí prestado
45 dólares y me dirigí al concierto, llegué cerca de las siete de la noche y me
encontré con Edgar, nos dimos una vuelta por el lugar y vimos que había gente
haciendo cola para el ingreso. Compramos una botella de Norteño y las entradas,
que para ese momento estaban a 20 dólares. De a poco iban llegando conocidos,
con los cuales nos tomamos la botella y algo más. Ingresamos al recinto del
concierto, justo a la banda ecuatoriana Sueño Eterno, buen show de estos
quiteños, pero una sorpresa, el amigo Felix Aguas era parte del grupo, alegría
dentro de la nostalgia que fue rememorar conciertos, de esos tiempos
colegiales, en donde vimos a grandes bandas y la escena nacional metalera era
de las más importantes, cosa que en este tiempo último da vergüenza ajena.
Con esa
introducción, le tocó el turno a los españoles Lujuria, vale aclarar que esta
banda de Heavy Erotic Metal, como ellos se hacen llamar, habían pospuesto su venida a Quito, cerca
de tres veces, por razones varias, pero ahora ya estaban en la ciudad, nosotros
esperábamos su ingreso.
Tras el concierto en Quito, Óscar, vocalista de Lujuria,compartiendo con periodistas y fans. |
Las luces se apagaron. Empezaron las silbatinas y los gritos, a
los 45 segundos de esto, comenzó a sonar un intro, un sonido épico, así, sin
mucho barroquismo hicieron su ingreso, de a poco los Lujuria, hasta que Óscar,
con su sonido estruendoso dio un saludo a los presentes, que para esto ya
habían copado el pequeño lugar, llamado Miami Concerts, e inició el sonido de
la batería, con esto la canción Sexurrección, nombre de la gira sudamericana.
Algo que
siempre ha sido particular en los Lujuria ha sido la indumentaria llamativa de
Óscar, esta vez no fue la excepción, colores intensos y pegados a su cuerpo. Su
melena a cada instante daba un brillo como el diablo. Sin duda, Lujuria sabe
dar un buen concierto de heavy metal.
No puedo decir nada en contra de Lujuria, para mí es una de las
mejores bandas españolas actuales, ya son 20 años de buen heavy metal, discos
como Cuentos para mayores, República
popular del coito, Enemigos de la castidad o el hermoso disco Llama Eterna, pero si a la organización,
un sonido de llorar, la vocalización de Óscar se dispersaba, no se le entendía
en algunos momentos, las guitarras no sincronizaban, el local, se conoce de
antemano, que no es bueno para un concierto de Heavy Metal, pensé que jamás iba
a criticar esto, pero sí, basta, la entrada tenía un valor de 20 dólares, el
local estuvo casi lleno, la gente que pagó su boleto se merecía respeto, pero
también hay que agradecer a Lujuria por el esfuerzo que hizo y sacó un buen
show, aunque a decir de quien escribe, esperaba un poco más, ya que en videos
de otros conciertos el show era diferente y mejor.
Pasando al concierto, temas como Dr. Jekill & Mr. Hyde, Cadena
Perpetua, Cuando caza una pantera, Amor y Lujuria, Corazón de Heavy Metal, una
de las más coreadas, pero el punto emblemático fue Destrucción, de los míticos
argentinos V8, que consta en su trabajo Llama Eterna.
Con esa personalidad que caracteriza a las bandas españoles,
Lujuria demostró porqué siguen vivos ya 20 años, asimismo pudieron vivir el somos latinos, sintieron el poder
latinoamericano, la fuerza que nos caracteriza. Óscar, latinoamericanizado,
desató su poderío, desgarró sus cuerdas vocales en la capital, que siempre está
hambrienta de Heavy Metal. Pero no solo Óscar es Lujuria, está el Chepaz, que
con su carisma logró conquistar el cariño del público; aunque Javier Gallardo,
parecería un hombre callado, no lo es, él tiene alma de Heavy, por eso ha
perdurado en Lujuria por muchos años, ya es un ícono dentro del Heavy Metal
español. Qué más puedo decir, agradecer a Lujuria por ese desborde de energía.
La noche del 21 de septiembre, a la salida del concierto no fue la
misma, con Édgar íbamos coreando: “No hay
sentimientos, manda el instinto/ su apetito quiere saciar”. Era el instinto
del Heavy Metal, comernos la noche, apoderarnos de lo que restaba de la vida.
Ahora esperamos el concierto de Massacre, el 16 de noviembre. De seguro, Ego
Abominable, estará en el concierto, para poseernos de los sonidos del averno.
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