Que no paren, que sigan reproduciéndose, que continuen invadiendo los conciertos, que vayan sometiendo al machismo, que dejan las faldas y los colores rosas, que sigan apoderándose del mundo metalero, que dejen de ser las simples compañías masculinas, que griten desde un escenario, que mosheen hasta enloquecer, que digan una y mil veces que la dicha individualista (aunque se pertenezca a una comunidad) es la mejor libertad elegida. Que sus camisetas negras, sus cabelleras incontrolables, sigan siendo sus símbolos enaltecedores.
Buena metaleras
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