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Alfredo Román de Autopsia. |
La siguiente
lectura no tiene como propósito un reporte cronológico y total del concierto denominado
War of metal (realizado la noche del viernes 22 de marzo, en Manta) sino un análisis
en torno al surgimiento de un público mayoritario que llama la atención por
algunas características particulares.
El metal sonó con intensidad y euforia
Los portovejenses
Autopsia, demostraron que tienen en Manta un público fiel, esto se comprobó en
el constante corear de sus canciones y en un mosh desenfrenado que le dio mucha
motivación a cada uno de sus integrantes, en especial a su vocalista, Alfredo
Román, quien no paró de demostrar su liderazgo en la banda.
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Alex Cuka de Réplika. |
Los locales
Réplika demostraron porque, hasta la fecha, son una de las bandas más
respetadas. Un cautivado público coreó, saltó y sudó cada uno de los temas. Excelente
la incorporación del nuevo guitarrista, un músico con su trayectoria ganada y
talento demostrado: Alex Cuka.
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Aneurisma |
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Finalmente Aneurisma,
quienes regresaban a tocar en vivo, desenfrenó a su público que esperó pacientemente
su regreso. El nuevo integrante (baterista) supo demostrar una integración
total. El plus de su presentación fue el obsequio de camisetas y gorras de la
agrupación.
¿El público es el que gana o pierde?
Más allá
del evento mismo, del buen sonido, del calor casi insoportable del espacio y de
la escases de cervezas (y no es que se busque fomentar el consumo de alcohol,
sobre todo cuando se apreció a varios menores de edad siendo parte del público)
se trató de un momento importante para el metal mantense, donde se evidenció a
un público masivo, ávido y joven que busca el apoyo desde una taquilla, y desde
un orden no establecido pero sí implícito que sirve para la continuidad de
conciertos.
Este
público joven, con una inclusión de mujeres cada vez en aumento, de mosh, de
gritos, de cuernos arriba, de saltos, de coros al son de cada canción de las
bandas, denotó un seguimiento y conocimiento de sus bandas (por lo menos de las
participantes).
Ahora bien
¿cuántas y cuántos en realidad son metaleros que eligieron asistir a un
concierto porque representa para ellos ese rito de unidad cultural?. Y la
interrogante surge porque más allá de cualquier forma de por medio, de
cualquier elitismo siempre cuestionable, de cualquier purismo inexistente…me
queda la duda ¿será que los conciertos se volvieron el hecho social preciso
para que los jóvenes se regodeen entre ellos? ¿será que los conciertos pasaron
a suplantar a las matinés de discoteca y se convirtieron en la excusa perfecta
para “pasar el rato”? o se trata simplemente ¿de aquella generación que vino a
suplantar a los “veteranos” que en un momento determinado quisieron hacer mucho
y lograron poco para finalmente pasar a segundo plano?
Lo digo
ahora, con toda la certeza: War of metal ha sido la excusa perfecta para
visibilizar a un público joven mantense comprometido con su rol de apoyo, pero ¿hasta
cuándo permanecerá este público? ¿será parte de otros eventos con otras bandas
de distintos géneros? o ¿será, contraria y efectivamente, el ejemplo a ese otro público más antiguo que no logró
entender la importancia de pagar una entrada y evitar volver a un concierto la excusa
para beber y esperar el “puertazo”?