martes, 23 de abril de 2013

La irrupción a un concierto

Angello junto a otros integrantes de la Unión Rockera de Manta.



El Orgasmatron rock (realizado el sábado 20 de abril) tuvo un final inesperado: la irrupción de la policía para terminar el concierto, su búsqueda: menores de edad y un permiso de funcionamiento del show. Lo primero encontró tras la revisión de cédulas, lo segundo no lo halló porque a sus organizadores: Unión Rockera (UR) los engañaron.

Para conocer un poco más de este lamentable acontecimiento, contactamos a Angello Belalcazar, integrante de la UR y a quien se encarceló veinticuatro horas, tal y como si se tratara de un delincuente.



Angello ¿Cuál fue el argumento de la comisaria para irrumpir en el concierto?

Que presentáramos los permisos correspondientes, los cuales la persona que nos alquiló el local debió presentarlos tal como nos dijo el día que se rentó: que el cuerpo de ingenieros eléctricos se responsabilizaban de aquello. Lo que nunca fue así, hasta el punto de señalar y llevarme detenido como un delincuente y estar 24 horas privado de mi libertad.



¿Se pudo evitar un encarcelamiento injusto?

Sí se pudo evitar, si la persona que rentó el lugar llamaba por teléfono al cuerpo de ingenieros, pero se lavó las manos y fue quien me señaló como organizador principal.



¿Tomará alguna medida legal la Unión rockera ante las acciones de clausura y encarcelamiento?

Sí, esto no puede quedar así, habrá una audiencia donde la UR (Unión Rockera) estará apelando sobre las mentiras que dijeron respecto al día de alquiler: que la sede contaba con todos los permisos.

Hemos organizado otros eventos donde nunca hemos tenido problemas porque siempre hemos sacado permiso, pero esta vez confiamos en la palabra de esta gente.


Asistentes al Orgasmatron rock.



Mañana, y como parte de una campaña para que el tema no quede como un hecho aislado, se publicará en el diario local LaMarea (edición del 24 de abril de 2013), una breve opinión que da cuenta del malestar de este suceso. Ahora lo preocupante, para organizadores y público, es cómo lograr que los eventos rockeros y metaleros de la ciudad no vuelvan a ser blanco de clausura. Sí, de ahora en adelante los permisos que exige la ley estarán ahí, pero ¿se puede negar la presencia de menores de edad en un evento que precisamente cuenta con el apoyo de ellos?



Sin duda habrá que regular la venta de alcohol en cada concierto, puesto que el propósito jamás ha sido el de fomentar el alcoholismo sino más bien visibilizar a las nuevas agrupaciones y continuar apoyando a las ya posicionadas. 

Tal vez si la ciudad contara con un espacio fijo donde la comunidad rockera y metalera pueda asistir a eventos que presten todas las facilidades (como seguridad, camerinos para las bandas, baños) los conciertos “clandestinos” dejaran de desarrollarse. ¿A quién acudir entonces? Si desde el mismo GAD (Gobierno Autónomo de Manta) no se ha dado el apoyo necesario para que el rock y el metal puedan volverse espectáculos familiares, tal y como lo han hecho con el pasillo y otros géneros musicales. ¿Entonces a quién se debe solicitar apoyo en una “ciudad que encanta”?


El público, parte esencial de cada concierto.

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